Para prevenir los golpes de calor durante el verano, es fundamental mantenerse hidratado,

evitar la exposición directa al sol y realizar actividades físicas en horarios más frescos.

El consumo diario recomendado de agua oscila entre dos y tres litros, y se debe ajustar según las necesidades individuales, la actividad física y las condiciones climáticas.

También es recomendable evitar comidas grasas, consumir alimentos frescos y livianos, y ofrecer a los grupos vulnerables, como adultos mayores y niños pequeños, agua y alimentos adecuados regularmente.

Además, es importante reconocer los síntomas del golpe de calor, como mareos, confusión y dolor de cabeza, y actuar rápidamente en caso de emergencia.